14/9/10

Cuando el último tren parta. (Denis Molina)


Estaba en el andén desvencijado
mordido por el tiempo
Su techo era una sombra
cagado de moscas y abejas asesinas.
Aburridos pájaros dormitaban en los bancos inútiles.
En este exacto sitio se vendían pasajes.
Pasajes para la eternidad tal vez.
Pasajes que se rompían entre las vías
de dudosos trenes.
Los gatos orinaban en los rincones
y nadie sentía rencor por ello.
El tren estaba pronto para partir.
Alguien quien sabe, alguien
dijo que era el último tren.
¿Asónde? Los trenes parten a algún sitio.
¿Asónde va este tren?
Rubias mujeres disfrazadas de fantasmas
con plañideras lágrimas.
¿Quién cree en las lágrimas
de las vírgenes vestales?
Alguien escondido en algún sitio
anuncia la partida.
El último tren rueda ya
entre el olvido y la memoria.
Todos apretamos nuestros equipajes.
El olor a orín de gatos callejeros
es la despedida de nuestros recuerdos.
El viejo tren intenta abandonar aquel andén
y su esfuerzo crispa el aire y el llanto.
Todos sentimos que nos vamos.
Nadie nos dijo adiós.



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